LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE OSCAR WILDE

Hablaba de sí mismo llamándose no solo "príncipe del lenguaje", sino también, "rey de la vida". Decía ser el "sumo sacerdote de la decadencia", la decadencia victoriana que lo ahogó y lo asoló, que lo criticó y lo olvidó. Que lo encarceló y lo obligó a morir en el exilio. Vivía al margen de todo porque él mismo se consideraba un marginado. Sobre él se levantó una leyenda negra cuando aquel juicio terrible, hizo que durante más de veinte años "¡nadie en el Reino Unido pusiese a sus hijos el nombre de Oscar...!"
"Los dos momentos más cruciales de mi vida fueron cuando mi padre me envió a Oxford y cuando la sociedad me envió a prisión".
Nacido en octubre de 1854 en Dublín, en la Irlanda que aún pertenecía al Reino Unido, Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde, era el segundo de tres hermanos. Su padre, William, era un afamado médico y su madre que, lo contrario a su marido, era muy alta, era una mujer altiva y exquisita la misma que, antes de casarse, había firmado sus alegatos feministas e independentistas con el seudónimo de 'Esperanza'. Jane, como así se llamaba, siempre fue un referente para Oscar Wilde.
"Oscar Wilde se sabía buen actor y representaba a la perfección la obra pero el escenario no era un teatro sino el mundo".
Después de dejar el Trinity College en Dublín; en 1874, cuando está a punto de cumplir los veinte, Oscar Wilde, ingresa a la prestigiosa Universidad de Oxford: "Oxford supuso para Oscar el mejor momento de su vida, donde él realmente se encontró a gusto". En aquel lugar encontró que quería ser poeta, quería ser escritor, quería ser un esteta. Allí se sentía a gusto entre aquellos jóvenes que practicaban el dandismo que fue "una constante en la vida" de Oscar Wilde. Corría el año 1881 cuando, luego de licenciarse con los reconocimientos más altos sobre los clásicos griegos -Wilde amaba Grecia- le llega una propuesta de los Estados Unidos donde, meses después, al pisar puerto dice: "¡Ah, directamente digo, que el océano Atlántico me ha decepcionado!" En distintas ciudades de ese país pronuncia discursos y en Nueva York, escribe una tragedia para Mary Anderson que le pagó mil dólares de adelanto y, si le gustaba, le daría cuatro mil más. ¡No le gustó! Dicen que LA DUQUESA DE PADUA, no es de sus mejores obras. En ese tiempo Oscar Wilde vivía fascinado: "Aquí soy un gran éxito. Desde Dickens nada parecido, me dicen. En todas partes mis habitaciones las llenan de azucenas y en las pausas tengo champagne, también dos secretarios: uno escribe mis autógrafos y otro, de pelo castaño, que envía sus propios mechones a las jóvenes que escriben pidiendo los míos...". Alto y de mirada azul grisácea, Oscar Wilde, no era bello pero sí muy atractivo. Al pasear por las calles de Estados Unidos los jóvenes lo miraban asombrados y quizá se debía a que llevaba una melena larga hasta los hombros, o quién sabe, porque andaba vestido de chaqueta de terciopelo ribeteado y calzones cortos rayados, medias de seda negra, zapatos de brillante charol y una brillante y colorida corbata verde... De regreso a la vieja Europa, al detenerse en París, conoce a Sarah Bernhardt y Balzac, Degas y Verlaine y casi arruinado después de haberse gastado todo el dinero ganado en Norteamérica, Oscar Wilde, con veintinueve años, decide que ya es el momento de encontrar el amor. Se llamaba Constance Mary Lloyd, una muchacha irlandesa, alta y de ojos violáceos, de quien Wilde se enamoró y se casó al año siguiente. En Londres empieza a trabajar como periodista en una revista femenina y a ganar buen dinero porque Oscar Wilde "¡escribía como los ángeles!". Todos querían contar con su pluma, pero pronto empieza a ganarse a sus primeros enemigos, porque su forma de ver la vida "no pasaba desapercibida para tanto ortodoxo de la época" que no tarda en criticarlo y a reírse de él. Pero Oscar Wilde, como siempre, "va a llevar la contra a todo el mundo". Poco tiempo después nace Cyril, su primer hijo. Cyril, "mi hermoso, amante y amable hijo, mi amigo sobre todos los amigos, mi compañero sobre todos los compañeros". Después nació Vyvyan, su segundo hijo, pero el preferido para él y para Constance, era Cyril.
"No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo...".
Finalizaba la década del ochenta y Oscar Wilde con su pluma en mano, empieza a preparar su primera y única novela EL RETRATO DE DORIAN GRAY pero también, aunque ya lo intuía, conoce su orientación sexual y es en esa misma época cuando Robert Ross "le orienta sobre su auténtica vocación". Oscar Wilde era homosexual y Ross se lo demuestra, mientras Constance, lo siente pero "no quiere saber nada, quiere obviar lo inevitable". El matrimonio se distancia y, a pesar de la decepción, ella no lo abandona pero la vergüenza era tal, que cambió su apellido y el de sus hijos, a los que Oscar Wilde nunca más volvió a ver. Ross fue el primero de una larga lista de amantes. Uno de ellos, Alfred Douglas, dice: "Yo creo que las señoras lo apreciaban porque todo le parecía siempre bonito y delicioso". Wilde, con las mujeres tenía más éxito que con los hombres; ante estos últimos se ponía muy serio o cohibido, sus saludos pasaban inadvertidos". El escritor, además de tener buena memoria, dominaba el arte de escuchar, pues, de veinte señoras, ¡quince lo escuchaban extasiadas! Pero la relación entre Douglas y Wilde es, a decir de muchos, una de las "más desafortunadas de la historia".
"Voy a empezar diciéndote que me culpo terriblemente. Aquí sentado en esta celda oscura, vestido de presidiario, infamado y hundido, me culpo. Me culpo por dejar que una amistad no intelectual [..], dominara enteramente mi vida".
Oscar Wilde, en el apogeo de su carrera y con treintaiséis años, se enamoró perdidamente de Alfred Douglas a quien conoció en una fiesta. 'Bosie', como le llamaba, era un niño bien de la época y un "ocioso" estudiante de Oxford. Por ese entonces, inicios del 1890, Wilde distaba mucho de ser aquel joven buenmozo y corpulento que era mirado y admirado cuando andaba por las calles de Estados Unidos. Oscar Wilde seguía siendo grande, pero obeso. Era buen bebedor y mejor fumador. El padre de 'Bosie', el Marqués de Queensberry, hombre déspota y malcriado, estaba dispuesto a montar un escándalo debido a esa relación. Corría 1895 cuando una carta escrita por él acusa a Wilde de sodomita. "Tan pronto como leí esa carta, con sus amenazas obscenas y sus violencias groseras, vi de inmediato que un peligro terrible se cernía en el horizonte de mis agitados días...."; y Alfred, siempre fastidiado con su padre, incita a Wilde a denunciarlo. Por esos días en que estaba por estrenarse la comedia LA IMPORTANCIA DE LLAMARSE ERNESTO, la opinión pública se vuelve en contra del escritor. Wilde, acusado de sodomita y homosexual, fue sentenciado, "por amar a quien no debía", a dos años de prisión y trabajos forzados en la cárcel de Reading en Inglaterra. Oscar Wilde, "hecho para las excepciones, no para las leyes", escribe: "...Pero aunque veo que no hay nada malo en lo que uno hace, veo que hay algo malo en lo que uno llega a ser". DE PROFUNDIS, una larga misiva, llena de dolor y reproches, que le escribe a Douglas y el poema BALADA DE LA CÁRCEL DE READING, con su número de prisionero: C33, fueron creadas bajo la terrible sombra de una prisión.
Dos años después: "Tiemblo de placer cuando pienso que el mismo día en que salga de la cárcel estarán floreciendo en los jardines el codeso y las lilas, y que veré el viento agitar en inquieta belleza...".
Para alguien como Wilde, tan moderno como decía ser, "l'enfant de mon siécle", el mero hecho de contemplar nuevamente el mundo era hermoso. Fueron dos años de tristeza y dolor. Años en que perdió a su madre a la que quería y veneraba: "...Su muerte fue tan terrible para mí que yo, que un tiempo fuera señor del lenguaje, no tengo palabras con qué expresar mi angustia y mi vergüenza". Tiempo después, Oscar Wilde, arruinado y sin hogar, deambula por las calles parisinas con el seudónimo de Sebastian Melmoth para que no lo reconozcan.
"Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir...".
A Oscar Wilde, como buen esteta que era, se le atribuyen unas frases dichas en señal de rebelión contra el mobiliario de la estancia que lo cobijaba: "Estas cortinas me están matando" o "este papel y yo estamos luchando a muerte, uno de los dos tendrá que marcharse". El último día de noviembre de 1900, consciente de que no podía pagarlo pidió una copa del champagne más caro del hotel. "Estoy muriendo por encima de mis posibilidades", le confesó a su amigo Robert Ross. Minutos después, a las 13:50 en punto, el escritor irlandés, el autor de RAVENNA y SALOMÉ, EL RETRATO DEL SEÑOR W.H. y EL MODELO MILLONARIO, entre otras obras, fallecía de meningitis en una ruinosa habitación del hotel D'Alsace en París, a los cuarentaiséis años. El D'Alsace, rebautizado como L'Hotel en 1967, es hoy un pequeño hotel de lujo que muestra con orgullo la factura sin pagar de Oscar Wilde quien alguna vez dijo: "La vida es demasiado importante para tomársela en serio".
Óscar Wilde / Crédito : Wikipedia (Dominio Público)
Fuentes:
De Profundis, por Oscar Wilde • Oscar Wilde y yo, Lord Alfred Douglas/Seguido de De Profundis Oscar Wilde • Youtube: Oscar Wilde/Pasajes de la historia • Youtube: Biografía de Oscar Wilde • Oscar Wilde en El País

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